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Las estadísticas, en mi opinión, son demoledoras. Los padres españoles somos los que menos leemos con nuestros hijos.
Según un estudio realizado por la Universidad Pompeu Fabra, en el cual destacan una gran diferencia entre "papás" y "mamás", las españolas leemos con nuestros hijos un 48%, mientras que las islandesas lo hacen un 81% y las suecas un 73%.
No sé si será por falta de tiempo o por nuestra propia mentalidad lo que no nos deja ver los beneficios que tiene la lectura con nuestros hijos, lo que está claro es que lo hacemos poco y a veces, hasta mal.
La lectura de manera conjunta no sólo permite la familiarización con los libros e incrementa la comprensión de lo que se ha leído, sino que también permite estrechar los lazos que unen a padres e hijos.
Así, se establece una relación especial, haciendo que los niños se sientan queridos. La lectura se debe convertir, entonces en un momento esperado y único que crea un mundo personal y exclusivo entre padres e hijos.
He recopilado algunos consejos de distintos expertos para que pongamos en práctica desde ya! para despertar el interés entre los que ya saben leer, entre los que aún no y entre los adolescentes también.
Cuando son muy pequeños y aún no leen
- Contarles un cuento todos los días.
- Atraparlos con el encanto de los clásicos y de los que podamos improvisar.
- Hacer de la lectura un rito. Los ritos son necesarios. Tal como decía El Principito: “Si sé que vienes a las cinco, empezaré a ser feliz desde las tres...”. Un momento muy indicado es antes de irse a la cama, pero hay otros ratos adecuados.
- Sostener a nuestros hijos en el regazo y permitir que vean con nosotros el libro.
- Que toquen el libro. Que nos ayuden a pasar las hojas, que se fijen en las ilustraciones.
- Nuestra voz y nuestros gestos pueden interpretar personajes. El tono afectivo que tienen los padres cuando cuentan cuentos es único y cautiva a los hijos.
Cuando están empezando a leer
- Provocar un ambiente de lectura en casa, en un momento especial.
- Leerles sus cuentos en voz alta y animarles a que vayan siguiendo con la vista lo que les leemos.
- Hacerles saber todo lo que disfrutamos cuando leemos juntos.
- Permitirles que ellos lean junto a nosotros.
- Llevarlos a la biblioteca y a librerías, para que se familiaricen aún más hojeando otros libros. Pedir uno prestado y que aprendan a cuidarlo.
- Que poco a poco ellos vayan encontrando sus propios gustos.
- No nos obsesionemos con la velocidad lectora. Lo importante es que comprendan lo que leen.
En los comienzos de la adolescencia
En esta edad, además de seguir manifestando nuestro agrado y disfrute por lo que nos aportan los libros para contagiarles interés, hay que argumentarles que la lectura nos puede permitir independencia de criterio, forjar nuestra propia personalidad y el espíritu crítico.
El mejor de los consejos es predicar con el ejemplo. Es muy importante que los padres lean frente a sus hijos y con ellos. La formación de las personas se basa en gran parte en imitar y los padres son el principal ejemplo a seguir.
Los padres que han tenido estas experiencias aseguran que aún hoy, con sus hijos adultos, mantienen vivo ese vínculo mágico de leer.
Muchas veces son éstos los que les recomiendan algún libro y sienten que vuelven esas noches en las que eran cómplices de un secreto único y fabuloso: el tesoro de la lectura.
Vía: Carlos López Puelles.
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