Muchos padres nos hemos visto abrumados por las situaciones que se nos descontrolan durante la comida con los más pequeños de la casa. Nos hemos llegado a cansar de repetir tantas veces frases como, "coge bien el tenedor", "no juegues con la servilletas", "arrímate que te manchas", etc, terminando por dejar que el pequeñ@ coma a su antojo.
Esto no hace más que agravar la situación perjudicándole a él, más que a nosotros.
¿Vale la pena enseñarles a los chicos buenos modales en la mesa? ¿No sería más
fácil dejarlos comer como quieran y evitarnos un mal momento?
Seguramente sería más fácil, y nos ahorraríamos muchos quebraderos de cabeza pero, ¿Qué sería de nosotros, y sobretodo de ellos, si no les llegáramos a enseñar esas normas básicas de educación en la mesa? Probablemente, en el futuro, pocos querrían comer con ellos en la misma mesa.
Los buenos modales en la mesa les ayudan en su desarrollo personal, haciendo valorar la convivencia y el respeto hacia los demás.
Hay muchos puntos intermedios entre una persona que sabe utilizar de manera correcta el cuchillo y tenedor, a tener una persona al lado con la que resulta desagradable compartir una comida.
Pero, ¿Cómo enseñarle esos buenos modales en la mesa?
Podríamos optar por inculcar una disciplina rígida y tajante, algo que a mi parecer podría ser hasta contraproducente, o hacer que el momento de la comida se convierta en un rato de placer y aprendizaje conversando con ellos, incluso a modo de cuento o juego, sobre las situaciones que se pueden dar en la mesa, logrando así un mayor interés por el tema.
Aunque a una edad temprana, el uso del cuchillo de pescado no sea lo cotidiano para ellos, el saber utilizarlo es un plus. Conforme vayan adquiriendo destreza con los cubiertos, podremos ir enseñándoles el orden en el que se utilizan estos, cómo se cruzan cuando hemos terminado, cómo se coloca la servilleta, etc.
Dentro de la medida de las posibilidades de cada familia, es recomendable llevarlos alguna vez a un buen restaurante, de esa manera, se enfrentarán a situaciones que son menos cotidianas en casa. Así, cuando el maitre se lleve su abrigo, no pensarán que se lo están robando.
Debemos ser pacientes, y a la vez ser conscientes de que son como "esponjas". Aunque no nos demos cuenta, todo ese aprendizaje lo están reteniendo y a base de acostumbrarles llegará un momento en el que nos sorprenderán cualquier día aplicando nuestras enseñanzas.
Importante tener en cuenta también, que los padres y educadores somos un referente para ellos, por lo que debemos predicar con el ejemplo. No debemos caer en el famoso "Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago".
Todas estas enseñanzas, seguramente, les harán forjarse como buenas personas y les ayudarán en un futuro en sus relaciones tanto personales como laborales.
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