Como anillo al dedo me ha venido un artículo que he leído esta mañana en La Provincia, mientras tomaba mi cafelito mañanero.
Artículo que me ha transportado a mi infancia, y me ha devuelto al presente en cuestión de segundos, pues me he visto siendo "regañada" por mi madre con unos siete añitos, y "regañando" yo a mi hija de, esos mismos siete añitos, casi a la vez.
Aquellas frases, tales como, "No te comas el chicle que se te pega al estómago", "Si duermes con el pelo mojado te da un aire", "Retírate el pelo de la cara",......y un sinfín de frases que van pasando de generación en generación.
Casi todas decimos, juramos y perjuramos que no se las diremos a nuestros hijos por el tostón que nos causaba escucharlas de nuestras madres, peeeero, aquí estamos, repitiéndolas una y otra vez, y lo gracioso es que cuando nos escuchamos nosotras mismas nos decimos, "Dios!!!, cómo me parezco a mi madre!"
Amaya Ascunce, autora de "Cómo no ser una drama mamá", ha recogido en un libro aquellas "maravillosas" frases que nuestras madres nos dedicaban con tanto Amor, y que tanta pesadez nos causaba a nosotras escucharlas casi a diario.
Tengamos la edad que tengamos nuestras madres seguirán erre que erre, y hagamos lo que hagamos, nosotras seguiremos repitiéndolas y repitiéndolas......la vida es así.
Lo curioso también es que parecen ser frases universales, seas del lugar que seas, vengas de donde vengas, las frases son las mismas.
¿Recuerdas lo que te decía tu madre cuando no te querías terminar la sopa? ¿Y con el zumo de naranja?
Somos lo que vemos.....cuidado!!!!